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Historias

La primera mujer cura colombiana

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Ni monja, religiosa o misionera: Olga Álvarez se niega a desempeñar otro rol en la iglesia católica que no sea el de cura. Ella es la primera latinoamericana en unirse al movimiento de sacerdotisas católicas, integrado por 230 mujeres alrededor del mundo. DONJUAN presenta la controversial historia detrás de estas mujeres que se rehúsan a esperar la bendición del Vaticano para que ellas puedan ejercer una nueva posición en el altar.
Por María Ximena Plaza - Fotografía: Juan Pablo Gutiérrez
Timbraron. Antes de girar el pomo de la puerta, tomó un respiro y se repitió a sí misma: "Estoy segura y cada vez me siento más segura". No era la primera vez que repetía esas palabras. Eran la traducción literal de la fuerza interior que la impulsó a tomar la decisión que cambió su vida. Dos obispos cristianos presionaron por segunda vez el timbre. Olga Álvarez, la mujer que se convertiría en la primera sacerdotisa católica colombiana, no los hizo esperar más y abrió.
Una vez acomodados en la sala de su casa -sin muchos preámbulos-, uno de ellos le preguntó:
-¿Tú sabes en que te has metido?
Olga notó que la entonación del clérigo no era la de una pregunta, sino la de una advertencia. El segundo obispo continuó:
-Yo me opongo a la ordenación de mujeres -citando, de alguna manera, los casos de las sacerdotisas de las iglesias presbiterianas, anglicanas y luteranas-. No voy a ordenar mujeres porque la experiencia ha demostrado que no tienen éxito. La gente no las acepta.
La colombiana trató de dar una respuesta contundente:
- Sí, yo sé en qué me he metido y mi experiencia ha sido distinta.
Un mes antes de su ordenación en los Estados Unidos, los obispos ya la habían llamado por teléfono. Los jerarcas de dos iglesias de la fe cristiana habían manifestado su preocupación por los rumores alrededor de su intención de asumir el rol de sacerdotisa católica. La reverenda Judy Lee, coordinadora del Programa de Preparación del movimiento, confiesa que el camino de iniciación en el sacerdocio empezó a comienzos de 2010, cuando Olga contactó a la organización vía Internet. Desde 2008 Álvarez conocía el movimiento a través de Elfriede Harth, una amiga colombo-alemana, pero no estaba convencida.
Buscó publicaciones que explicaran en detalle la noticia revolucionaria del clero femenino dentro del catolicismo, y un artículo publicado en la Revista Concilium de España le dio todas las respuestas. Pero dos años más tarde, y tras un breve paso por la Iglesia anglicana, esta mujer de 70 años se dio cuenta de que su verdadero llamado era ser cura y en ninguna otra iglesia que no fuera la católica. El proceso para lograrlo no fue nada simple.
Tuvo que certificar su educación religiosa y teológica y una experiencia pastoral. Más allá de la preparación espiritual, en este documento, en caso de tenerlo, también tenía que demostrar el apoyo de esposo o compañero, acreditar cartas de referencia de profesores, un chequeo del pasado criminal y una constancia médica sobre su buen estado físico y mental. 
El encuentro entre Olga y los obispos se llevó a cabo cuando no había marcha atrás. Ella ya había seguido al pie de la letra todos los pasos para ingresar al movimiento, incluyendo una visita en julio de la reverenda Judy Lee a la comunidad de la sacerdotisa católica en Colombia. Los dos obispos, sin embargo, todavía tenían la esperanza de hacerla desistir. Le dijeron que para servir a Dios había otros caminos y no el de la traición. No hubo caso. Cuando el prelado se disponía a salir de la casa, uno de los obispos dijo:
- Lamentamos que te hayamos perdido.
El primer acercamiento a la vida de una comunidad religiosa de Olga tuvo lugar en Santa Marta.
-Estaba muy joven, tenía unos veinte años y trabajaba como vendedora en Tejicóndor. Un día decidí que era el momento de tomar dos años para darle un aire nuevo a mi vida. Me fui a la Costa con una compañera misionera. El plan era encontrarnos con otras misioneras de la Unión Seglar de Misioneros.
En la sierra, se sentaron junto a misioneros e indígenas alrededor de una fogata.
- Escuché acusaciones de los indígenas contra los misioneros. La líder de la aldea, Dionisia Izquierdo, le decía enérgicamente al padre Lorenzo, el misionero capuchino, que su pueblo no estaba en contra del desarrollo, pero que no podían estar de acuerdo con la construcción de carreteras en tierra sagrada y tampoco con que se hubieran llevado a varios niños al Orfanato San Sebastián de Rábago. 
Esa conversación no la dejó tranquila. Sintió que ella debía ser un puente entre la religión católica y las creencias y los valores de los indígenas y los afrocolombianos. Se unió a misiones en el Cauca y el Chocó. Los dos años de viajes se convirtieron en 40 años de procesión religiosa, que empezaron con misiones lideradas por el obispo católico Gerardo Valencia Cano y la Fundación Unión Seglar de Misioneros, para luego echar raíces en un cargo administrativo como secretaria de la oficina de la Teología de la Liberación en Bogotá, fundada por el mismo obispo, y que ahora es conocida como el Servicio Colombiano de Desarrollo Social.
Pero la vocación de Olga viene -prácticamente- desde la cuna. Su mamá fue religiosa carmelita y su casa marchaba con una "disciplina de convento". Fue tanta la influencia cristiana en todas las actividades diarias de la familia, que sus tres hermanos y dos hermanas jugaban a celebrar la misa y realizaban procesiones por toda la casa. En la huerta, los entierros de los animales, especialmente de sus pájaros, desplegaban la imaginación religiosa de toda la familia: su mamá elaboraba ornamentos en papel periódico y todos sus hermanos transformaban tarros en campanas y desataban una feroz competencia con los ladridos de los perros y la música de los vecinos.
Los padres de Olga usan la preparación religiosa de su hija soltera como un eficaz rompehielos de cualquier conversación. Empiezan por narrar los años de bachillerato en el Colegio de la Presentación, varios cursos y seminarios en catequesis para luego resaltar los dos diplomados en teología y pastoral juvenil en la Universidad Javeriana. 
La curia colombiana es bastante precavida para compartir detalles puntuales de su vida personal y de su familia, porque no quiere "incitar conflictos generados por la interpretación errónea de una competencia entre el movimiento de sacerdotisas con los roles preexistentes en la Iglesia católica". También, porque considera que las mujeres sacerdotes atraviesan "la época de las catacumbas", como la vida clandestina que vivieron los primeros cristianos ante la constante amenaza de persecución por parte del Imperio romano.
"Esta memoria cobra aún más vigencia con el aumento del fanatismo en la religión. En los tiempos de la presidencia de Turbay Ayala tuve que salir seis meses fuera del país debido al allanamiento de la oficina de la Teología de la Liberación y los del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), la Casa de la Juventud y la Parroquia Alemana. En esa época también detuvieron a los padres jesuitas Jorge Arango y Luis Alberto Restrepo".
Vestida con un alba blanca y una estola roja, el 11 de diciembre de 2010 Olga caminó hacia el altar. Elfriede Harth, su amiga durante más de 15 años, presentó a Olga a los cientos de asistentes. Sobre el sagrario, la reverenda Judy dio la bienvenida y explicó el orden de la eucaristía. Allí sacerdotisas y curas católicos -algunos de ellos casados- escucharon las lecturas de la Biblia en la voz de afroamericanos y latinos. Ellos eran representantes de comunidades provenientes  de otra ciudad en la Florida, que habían sido transportados por el movimiento exclusivamente para participar en la eucaristía.
A través de letanías se honró la memoria de mártires latinoamericanos como monseñor Óscar Romero y los jesuitas en San Salvador. Llegó el momento del acto más solemne del día: la obispa Bridget Mary hizo entrega del cáliz y la patena, mientras todos los feligreses pronunciaron las palabras de consagración. Ya al final de la misa, la obispa levantó las manos y se dispuso a tomar las de Olga y así presentarla como sacerdotisa ante la comunidad. Ellos fueron quienes concluyeron la celebración, mediante la imposición de manos sobre la cabeza de quien ahora es la primera cura latinoamericana.
Según la obispa Bridget Mary, este momento fue un hito para el movimiento, porque marcaba la apertura de un espacio para crecer en Latinoamérica. -Olga -dice la obispa- quiere servir a la población colombiana, ama la teología católica, apostólica y romana, trabaja en solidaridad con los pobres y por el final de la opresión de los marginados.
La obispa Mary inició su ministerio en la primera ordenación de sacerdotisas en los Estados Unidos, llevada a cabo en 2006, en la que por primera vez defendió vehementemente que en el catolicismo existe un "gran movimiento de justicia social" para los pobres y las mujeres en la Iglesia católica, basado en la creencia de que Jesús llamó tanto a hombres como mujeres a que recibieran en igualdad de condiciones todos los sacramentos.
- Nosotras debemos tener mayor visibilidad en el altar -dice la obispa-, no vamos a esperar más, no vamos a rogar más por permiso, no vamos a dejar la Iglesia que amamos. Nosotras vamos a liderar la Iglesia siguiendo la palabra de Dios.
La alta jerarca justifica la existencia de mujeres curas al recurrir a los anales de la historia, que indican que las mujeres sirvieron en ministerios durante los primeros 1.200 años de la Iglesia.
- Lee Romanos 16: Pablo saluda a Phoebe y se refiere a ella como diácono, de la misma manera en que menciona a Timoteo, otro líder de la Iglesia. Por favor no dejes que los curas y obispos hombres te insistan en que no había mujeres apóstoles: Junia, María Magdalena, Johana son nombradas en Lucas 8.
Para Mary, una de las cuatro primeras obispas en los Estados Unidos, el carácter comunitario de la Iglesia cambió en la era del emperador romano Constantino, cuando adquirió una estructura formal y los hombres religiosos empezaron a ser líderes en el espacio público.
- De repente solo estos hombres contaban con algo similar a poderes mágicos, que les otorgaban la autoridad para presidir la eucaristía. Así mismo la prohibición de hombres casados era una precaución para que sus hijos no heredaran la propiedad de la Iglesia.
Las fotografías de Janice Duszynska, la mujer que escandalizó al clero al colarse en varias ordenaciones de sacerdotes y retar a los obispos quitándose su abrigo y exhibiendo su alba y estola para ser ordenada sacerdote, han sido recurrentes en los medios norteamericanos.
Pero la noticia en julio, publicada en la versión en línea de The New York Times, de la apertura de la ordenación sacerdotal para mujeres, fue la verdadera bomba. El padre Roy Burgeois, de la orden Maryknoll, participó en 2008 durante la ordenación de Janice, una de las asistentes a la ceremonia religiosa para Olga en la Florida. El Vaticano le dio 30 días a Burgeois para retractarse de sus declaraciones públicas a favor de la ordenación de mujeres, pero él nunca lo hizo.
El medio anunció durante el verano de 2011 que la orden Maryknoll le instó al padre parar su campaña por las sacerdotisas católicas o de lo contrario sería expulsado. Al cierre de esta edición, Burgeois viajaba a Roma para conocer la decisión final del Vaticano respecto a su excomunión.
El movimiento de mujeres sacerdotisas espera que el acto simbólico de apoyo del padre Burgeois siente un precedente. En un correo electrónico interno de la organización informan a los miembros que Janice también viajará a Roma, donde pedirá un nuevo modelo de iglesia no-autoritario, patriarcal y jerárquico, el retiro de la obligación al celibato y obediencia al obispo, autosuficiencia financiera para que "no hayan salarios, ni trabajos formales en la iglesia" y una inclusión ecuménica, es decir, la de todos los sectores de la religión cristiana.
El secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Juan Vicente Córdoba, le dijo a DONJUAN que "es posible que la Iglesia católica, apostólica, romana acepte que la mujer sea sacerdotisa, dado que no es un asunto de esencia dogmática de la doctrina y el evangelio".
Para monseñor Córdoba el problema de la participación directa de la mujer no es religioso, sino uno cultural. La religión y la fe, según el prelado, van insertadas dentro de los pueblos; por ejemplo, todo el Antiguo Testamento está relacionado con una sociedad judía en que el hombre es el más preponderante, él es quien lleva la genealogía y la herencia.
"En los Estados Unidos, actualmente, las esposas adquieren el apellido de sus maridos, están casadas con Mr. Smith y dejan de llevar su nombre de solteras. Aunque la Iglesia ha ido ampliando la idea de que a la mujer hay que darle una mayor oportunidad, estos cambios no pueden ser abruptos, pues están ligados a transformaciones en la cultura". Para él es imposible imaginar que en una sociedad de tipo judeocristiana una mujer presida un culto. Quizá, con la persecución de los cristianos por parte de los romanos, las mujeres asumieron temporalmente distintos roles como leer la Biblia en las catacumbas.
Monseñor, miembro del equipo facilitador de la entrega del cabo Moncayo, dice que su mensaje para los católicos en Colombia es que no asistan a las ceremonias celebradas por estas mujeres. Y lo explica con la siguiente parábola: en una familia -presidida por el papá y la mamá- se trata de incluir una norma distinta a las que ellos mismos han infundado para proteger al grupo filial. Por ende, los papás les dirían a los hijos que no asistan a lo que su hermano se está inventando, porque eso no es de la familia.
Se rompería la unidad y comunión con el apóstol Pedro y su sucesión por medio del papa Benedicto XVI. En últimas, se dispersaría el rebaño y originarían varios pastores, en otras palabras, se convierte en una doctrina confusa que no tiene claridad y los fieles también emprenden distintas rutas.
- Las mujeres le pueden pedir el sacerdocio al papa con amor y respeto. Pero otra cosa es que hagan huelga o asuman posiciones en contra del papa, con lo que desafían su autoridad y la normativa de la Iglesia -sostiene el prelado.
Expertos y periodistas han visto la expansión del movimiento de mujeres sacerdotisas como un "efecto dominó", que empezó en 2002 cuando siete mujeres fueron secretamente ordenadas por dos obispos hombres de la Iglesia católica romana en Alemania.
 A lo largo de un ensayo académico, escrito por la profesora de Cornell University, Mary Fainsod Katzenstein, desde los años setenta se han realizado varias conferencias por la ordenación de curas católicas en el mundo y algunos movimientos se han formado para defender esta causa, pero solo a comienzos de esta década algunas mujeres decidieron dar el primer paso para tomarse el altar.
La obispa Bridget Mary dice que cada vez que el Vaticano las denigra, el movimiento crece.
- Tan solo búscanos en Youtube y en nuestros blogs. En mi página web puedes ver más de 88.000 visitas.
Ella atribuye el aumento de sacerdotisas a cerca de 100 mujeres en los Estados Unidos y más de 130 en Europa al activismo digital.
- Mientras la Iglesia católica trataba de cubrir los abusos a niños, el campo de juego se fue nivelando al ganar más visibilidad en Internet. Así, más mujeres se acercaron a nosotras, para asumir el sacerdocio. Esa fue la gota que derramó el vaso.
Karen Jo Torjesen, profesora de Estudios de las Mujeres en la Religión, en la Escuela de Postgrado Claremont y columnista del medio electrónico Hufftington Post, le reiteró a DONJUAN que en la parte nórdica del mundo se evidencia una desilusión con el clero, especialmente frente a los temas de sexualidad, y eso crea una ventana para las mujeres sacerdotisas. En América Latina, considera que la presión hacia la Iglesia está originada en movimientos pentecostales exitosos.
Desde su ordenación en diciembre del año pasado, Olga Álvarez ha realizado más de cuarenta celebraciones eucarísticas en el país. La reverenda Lee la llama cariñosamente "Pablita", porque como el apóstol Pablo se ha movido por todo el territorio nacional para llevar su palabra. Una segunda mujer colombiana fue ordenada en marzo, pero esta vez dentro del país.
Ella no revela su nombre debido a que teme que pierda su trabajo.
Al viajar a Colombia para la ordenación de Marta*, la obispa Bridget Mary vio por televisión la instalación de un obispo y tanto niños como personas de escasos recursos lo abrazaban. Tenía entendido que el obispo asumía su ministerio en un área amenazada por el conflicto, por ello regresó a los Estados Unidos con el alivio de saber que "Colombia era tierra fértil para el movimiento".
En esta misma línea, monseñor Córdoba anunció como buena noticia que la Iglesia católica fue designada por el gobierno para realizar la veeduría y distribución de recursos para socorrer a las personas afectadas por la ola invernal, dada su presencia en sitios remotos de la geografía nacional.
Las misas más recientes de la cura colombiana fueron para un plantel estudiantil de más de 800 estudiantes. Con una sonrisa, Olga cuenta que la comunidad le compró el pasaje para que viajara a cerrar las jornadas en derechos humanos organizadas por el colegio.
-Llevaba puesta una estola con muchas caritas de niños. Algunos estudiantes se acercaron, fijaron su mirada hacia mis ojos y después la bajaban por la estola, ¡esa estola los deja fascinados!
Para ella no hay duda de que estos niños y adolescentes ya sienten curiosidad por el sacerdocio y por la encarnación de un cura en la imagen de una mujer. Olga ya puso en marcha su revolución.
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