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Historias

Jorge Franco

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Jorge Franco es un romántico empedernido en cada una de sus obras, pero la violencia en Medellín lo conmovió tanto que decidió hablar de todo aquello alrededor de la guerra y el narcotráfico para que la historia no se repita. Ganó un premio Alfaguara con El mundo de afuera en el 2014, pero la novela que le cambió la vida fue Rosario Tijeras, publicada en 1999, que ha sido traducida hasta al griego y ha tenido series televisivas por toda Latinoamérica. Ahora vuelve con El cielo a tiros, un libro de ficción que cuenta la vida de los hijos de los narcos después de la era de Pablo
Escobar.
¿Por qué empezó a escribir sobre la problemática social de Medellín?
Cuando estaba terminando de escribir Mala noche, una prima me pasó su tesis de psicología. En esta tesis se hablaba de la relación que había entre la religión, el crimen y el sicariato. Ahí habían unos testimonios de unas menores de edad que pertenecían a pandillas de sicarios, algunas estaban en una cárcel correccional de Medellín. Cuando terminé de leer esas entrevistas sentí un clic de algo que se tenía que contar, era esa violencia callejera desde el punto de vista de una mujer. Investigué más a fondo y comencé a escribir Rosario Tijeras. Entre realidad y ficción.
¿Cómo escribir sobre esto sin caer en el cliché de lo que todos han querido contar de Medellín?
Siempre soy honesto y cauteloso con este tipo de temas. Hago una radiografía de cada conflicto, pero es el lector quien saca sus propias conclusiones, sin olvidar que en esas historias hubo víctimas, violencia y dolor. Es imposible no contar lo que está pasando si se ha vivido de manera tan cercana. Todo país tiene derecho a contarse a sí mismo. Es como una necesidad o un deber. En el siglo pasado existió la lucha bipartidista y toda la literatura hablaba de esto. Ahora pasa lo mismo, el narcotráfico no es solo una cosa, son varios temas que cada autor narra de manera diferente.
Probablemente la literatura que viene sea más enfocada en procesos de paz, paramilitarismo y corrupción.
¿Se acuerda qué estaba haciendo cuando se murió Pablo Escobar?
Por esa época yo tenía una agencia de publicidad. Recuerdo que uno de los diseñadores que trabajaba conmigo siempre estaba oyendo radio y entró a mi oficina y me contó, pero no le creí porque lo “mataban” a cada rato. Yo era de los pesimistas que creían que Pablo Escobar se iba a adueñar de esto, que no había manera de derrotarlo porque
había corrompido todo. Ahí pensé: “Si el enemigo es derrotable hay oportunidad”.
¿Cómo es su proceso para escribir, de dónde viene cada nueva idea y cada personaje?
Escribir es un proceso de madurez que va cambiando con los años. Comenzar una historia es lo más lento y lo más difícil. Siempre boto ideas en el computador, a veces guardo otras en las notas del celular, tengo un tablero donde anoto otras y, si la historia lo requiere, después empiezo a investigar. Para El cielo a tiros, por ejemplo, el libro de Gay Talese Honrarás a tu Padre me inspiró muchísimo, porque habla sobre la mafia italiana en Nueva York.
¿Qué libro le ha cambiado la vida?
Muchos libros. Ahora estoy leyendo Magallanes de Stefan Zweig. Tengo la teoría de que no nos puede cambiar la vida un solo libro, sino la suma de muchos. Inclusive, como escritor, pienso que los malos libros también sirven para no ser como otros escritores.
¿Cómo surgió la idea de escribir El cielo a tiros?
Esta novela es la resaca de lo que pasó en Rosario Tijeras. En Rosario hubo una fiesta loca llena de muertos, sexo, droga y excesos y quedó todo destruido. En El cielo a tiros está la resaca, lo que vino veinte años después. Era necesario echar una mirada crítica a esa nueva generación que vino cuando se murió Pablo Escobar y a los que surgieron cuando de alguna forma se terminó el narcotráfico e inclusive a los hijos de los narcos. A través de la memoria podemos no repetir la historia. 
Rosario Tijeras fue la fiesta y El cielo a tiros es la resaca. ¿Qué libro viene ahora?
Quisiera apartarme un poco de Medellín a ver qué pasa y qué tipo de historia podría surgir. El tema de la corrupción es algo interesante que tiene mil vertientes y me interesa. También tengo pendiente un libro de no ficción que quiero escribir sobre la adopción en Colombia, porque soy padre adoptante.
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