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Historias

¿Cómo se está manejando la crisis de la covid-19? Una entrevista con Ignacio Gaitán

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Ignacio Gaitán Villegas entra en la pantalla y saluda de forma cercana, cordial. Tiene las gafas redondas y acerca el dedo a la cámara para cuadrar algunos detalles de la transmisión: “Duermo tres horas diarias”, dice. “Pero la vida me puso del lado de las soluciones, hermano. Eso es una chimba. Y lo digo sin pena”.
Es abogado, pero desde que se graduó le comenzaron a apasionar los negocios y la tecnología. Durante veinte años estuvo vinculado a la Universidad Sergio Arboleda y uno de sus primeros proyectos que hizo allí fue un centro de consultoría dentro de la universidad que les permitía a los estudiantes trabajar en proyectos especiales para empresas de distintos sectores. Luego hizo varios MBA y se volvió un experto en emprendimiento y liderazgo.
Ahora, como gerente general de Innpulsa –la agencia de emprendimiento e innovación del Gobierno– hace parte del Consejo Asesor Digital de la Presidencia. Desde que inició la crisis sanitaria, comenzó a trabajar estrechamente en todos los proyectos digitales del Gobierno: desde los lives que se realizan todos los días, hasta las estrategias para invitar a que las pequeñas y medianas empresas aprovechen al máximo la economía digital. Para él, la cuarentena no ha implicado trabajar desde la casa: todos los días debe bajarse de su carro usando tapabocas y pasa por el puesto de control del Palacio de Nariño, donde hay una cámara de calor que en 10 segundos monitorea varios datos biológicos de las personas.
Ignacio Gaitán. Foto: Pablo Salgado.
“El presidente es muy riguroso en todo lo que tiene que ver con distanciamiento social: a veces uno se acerca naturalmente, como para decirle algo, pero él ahí mismo le recuerda a uno la realidad en la que estamos. En las reuniones nos mantenemos todos mínimo a dos metros, e incluso entre los que estamos trabajando aquí hacemos muchas reuniones virtuales: estamos revisando todo el tiempo los avances del CoronaApp, la página del Gobierno del coronavirus, la campaña de los mercados y las líneas de crédito, entonces hay mucho en el día a día”.
¿Cuándo se dio cuenta de que lo digital es un motor de transformación social?
Me di cuenta de eso gracias a mis estudiantes, que me hicieron dar cuenta de que tenía que ser más creativo tecnológicamente en el aula. En el 2009, fui a Estambul a una reunión de decanos de escuelas de negocios y yo hice una disertación acerca de lo importante que era implementar la tecnología en la educación. Eso fue un antes y un después, porque llegué con la idea de que la tecnología podía transformarlo todo: lo corporativo, las relaciones humanas. Después, cuando llegué a Innpulsa, lo primero que hice fue humanizar el proceso: no trabajar para las empresas, sino para los emprendedores, porque lo importante son las personas. Es un privilegio estar en entidades como esta durante gobiernos que creen que el emprendimiento es el camino central para el desarrollo.
Innpulsa había venido trabajando en muchas estrategias para darles talleres a los emprendedores y para crear un networking entre pymes e inversionistas. ¿Cómo ha transformado toda esta situación ese ecosistema?
Vamos por partes. Como una semana después de que todo esto empezara, un día me encontré con la ministra de Minas, María Fernanda Suárez, y me dijo: “Ahora sí les llegó el momento a los innovadores; esto solo lo pueden cambiar los que se adaptan y transforman rápidamente”. Eso es cierto, más allá de la pandemia, los emprendedores son un muy buen ejemplo de adaptación porque siempre viven en modo de incertidumbre; difícilmente van a tener un mejor momento. Después comenzamos a crear estrategias concretas y yo, pensando en eso, dije: “Mandémosles retos e invitemos a que nos ayuden”. Creamos la página Colombia Emprende e Innova, y ahí empezamos a plantearles preguntas: les pedimos que diseñaran soluciones gratuitas y tuvimos después 200 soluciones de telemedicina, trabajo en casa y soluciones tecnológicas, que distintos emprendedores postularon para poner al servicio de todos los colombianos. Después creamos convocatorias abiertas y batimos récords históricos. Y cuando necesitamos una plataforma para administrar la campaña “Ayudar nos hace bien”, de la primera dama, fueron los emprendedores los que la diseñaron.
¿Qué quejas han recibido?
Obviamente, en medio de mil chats diarios, muchos emprendedores hablan de sus preocupaciones, de sus problemas de caja… Pero nunca el lenguaje es de queja, sino de colaboración: “Venga, necesitamos un mentor”, “Abran una línea de crédito para que tengamos noventa días de caja”, “Somos una línea textil y queremos crear ropa médica”. Me ha sorprendido que muchas empresas se han adaptado. No voy a decir que todas las historias son maravillosas, pero sí que el lenguaje es positivo. Yo hago webinars para responder preguntas de la gente y los comentarios son: “Esto está jodido, pero lo vamos a lograr”. Y los programas han tenido buena receptividad: lanzamos una línea de crédito para independientes y ha sido la línea de crédito de mejor comportamiento de todas las que estamos administrando con el Fondo de Garantías, y lanzamos nuestro programa C Emprende en casa y los emprendedores asisten a las reuniones y piden mentores. El resumen es bueno, duro, pero el emprendedor sabe que su entorno es de crisis, y yo creo que la han sabido pilotear para salir adelante.
Foto: Pablo Salgado
Hablaba de empresas que han aprendido a adaptarse. ¿Tiene otros ejemplos?
Además de lo que le contaba de las empresas textiles que se adaptaron rápido a producir elementos necesarios para la época… Hay muchos ejemplos de domicilios, y no de los grandes, sino de pequeñas empresas que se inventaron programas para adultos mayores, para distribución de medicamentos o para manejar los protocolos del traslado de pruebas. Unos emprendedores que estaban trabajando en un sistema de toma de huellas para ingreso a edificios adaptaron su idea y ahora tienen cámaras para medir temperatura, que van a ser claves cuando salgan los protocolos cuando se vaya a empezar a salir. ¿Pero sabe qué me impresionó? La forma como emprendedores que no eran digitales comenzaron a adaptar tecnología: inteligencia artificial, análisis de data para tomar decisiones. Llegaron por lo menos 150 propuestas de apps para manejar la información de la pandemia. Y otra cosa clave fueron las plataformas en temas de agro, porque se activaron iniciativas para llevar alimentos desde el productor hasta el destinatario final; de hecho, con el Ministerio de Agricultura tenemos un programa para identificar plataformas que ayudan a reducir la intermediación. También me llamó la atención algo de drones: hay un proyecto que integra los drones de la gente para vigilar e identificar grupos sociales que estén rompiendo los protocolos. Hay cientos de ejemplos.
Frente a la transformación digital hay una resistencia: filósofos como Byung-Chul Han dijeron que todo esto puede llevarnos a un estado de vigilancia social. ¿Cómo manejar la tecnología para que todo no se convierta en una realidad al estilo de 1984?
Hoy leía algo sobre la ética. La pandemia nos obligó a adoptar la tecnología, es como cuando a uno lo empujaban por el rodadero y no había opción de volverse a subir. Yo creo que el punto está en hablar de tecnología cuando realmente se va a transformar un negocio, no hablar por hablar. Porque hay personas que llegan a los cursos y dicen: “Yo estoy haciendo inteligencia artificial”. Y uno se va a ver para qué y el indicador es solo ese, que manejan inteligencia artificial o data o machine learning. Antes hay que preguntarse para qué se necesita implementar tecnología. Le pongo un ejemplo: hace poco lanzamos una plataforma de comercio electrónico que se llama “Yo me quedo en mi negocio”, es una maravilla de plataforma y hay desde panaderos hasta gente de papelerías. Ahora ellos dicen: “Claro, esto no se trataba de comprar iPads, sino de cambiar la manera de vender”. Esa es la conversación que hay que dar, que la tecnología per se no sea un indicador.
JOSÉ AGUSTÍN JARAMILLO
FOTOS: PABLO SALGADO
REVISTA DONJUAN
EDICIÓN 158 - MAYO 2020
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