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Historias

El camaleón de la música

Para algunos, desafiar la pureza de un género ancestral como el vallenato es una idea descabellada. Más si se lleva en la sangre una herencia tan fuerte como la de Hugues Martínez, “la guitarra más sentida del vallenato”. Pero José Darío Martínez –o Chabuco, como todos lo conocen– decidió desafiar la historia para hacer las cosas a su manera.
Nació en Manaure, Cesar. Desde que era un niño se iba de gira con su papá, que durante más de tres décadas tocó junto a Poncho Zuleta, y se acostumbró a ver por su casa a figuras como Rafael Escalona y Diomedes Díaz. Pero él también escuchaba otros ritmos: tenía los discos completos de José José, los de José Luis Rodríguez “el Puma”, Pablo Milanés y Los Panchos.
Aprendió a tocar el acordeón y la guitarra a puro oído, sin partituras ni notas. Tuvo sus primeros conciertos como cantante con Los Pelaos, un grupo que a finales de los noventa puso a sonar el vallenato en Berlín, Estocolmo y París. No había cumplido veinte años, cuando entendió que la música no tenía límites. Entonces empezó a experimentar: sus primeros discos –Morirme de amor (2002), Nació mi poesía (2008), y Clásicos café la bolsa (2010)– mezclaron vallenato con pop y jazz. “Yo los llamo maridajes”, dice riendo. Luego empezó a explorar otros géneros y en De ida y vuelta (2013) mezcló los ritmos de su tierra con flamenco. Su propuesta tuvo resonancia internacional y por eso participó en un homenaje a Paco de Lucía, el cantautor español. Su último disco, Encuentro (2018), incluye ritmos brasileros como el bossa nova colaboraciones con Vicente García y Alejandro Sanz.
Esas son las ventajas de haberse desmarcado del género, pues aunque sigue siendo un orgulloso heredero del vallenato, a Chabuco le quedan todos los géneros para explorar.
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