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Cultura

Películas con poder femenino

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Foto:

Revista Don Juan
Thelma y Louise
Dir. Ridley Scott (1991)
Hay pocas escenas tan poderosas como esa en la que Geena Davis y Susan Sarandon, Thelma y Louise, confrontan al conductor de un carrotanque que las atacó con una serie de gestos vulgares; como no se disculpa, ni piensa hacerlo, Louise (Sarandon) decide meterle un tiro al camión y volarlo en mil pedazos. Puede ser una escena un tanto espectacular, pero detrás de eso había dos mujeres que, en la década de los noventa, se atrevieron a confrontar esos gestos de machismo cotidiano y de acoso que, casi siempre, se normalizaban. Por eso Callie Khouri se ganó el Óscar a mejor guión y Susan Sarandon se convirtió en un símbolo del movimiento feminista.
 
Monster
Dir. Patty Jenkins (2003)
Para Patty Jenkins, la escritora y directora, esta ha sido una de las películas más difíciles de su carrera: “Había que mostrar una persona volátil, capaz de cruzar la línea y hacer cosas horribles, pero al mismo tiempo expresar su vulnerabilidad y su transfondo humano”. La historia de Aileen –una prostituta que desde su adolescencia vivió toda una serie de experiencias de maltrato y de violencia, que termina asesinando a varios de sus clientes y es condenada a cadena perpetua– es en el fondo una oportunidad para reflexionar sobre temas complejos: la desigualdad social y de género, los límites morales, la rabia y la fuerte tensión entre justicia y venganza. Se basó en la historia real de una mujer que Charlize Theron logró interpretar de una manera tan honesta y poderosa que logró un Óscar.
Irreversible
Dir. Gaspar Noe (2002)
Casi dos décadas después de su estreno, Irreversible continúa confrontando a quienes la ven: para una sociedad que suele cambiar de tema y responder con lugares comunes cuando se habla de sus problemas más profundos, ver a través de la pantalla grande algo tan crudo y chocante como una violación es obligarla a experimentar la situación en carne propia. Según le dijo el director francés Gaspar Noe a IndieWire, la elección de los actores intentaba mostrar un total dominio masculino y la producción de la escena –que tenía un guion bastante básico– estuvo controlada casi totalmente por la actriz Monica Belluci. Por eso, el gran valor de esta película, es que logra develar sin tapujos y de una manera muy emocional la perspectiva de una persona que se enfrenta a este tipo de violencia atroz.
Te doy mis ojos
Dir. Iciar Bollain (2003)
Con esta película, la directora española Iciar Bollain hace un retrato bastante complejo de la violencia física y psicológica que se puede dar en el ámbito privado de una pareja, que aunque vive inmersa en una cultura aparentemente liberal, es profundamente machista. Cuando Pilar, la protagonista, intenta separarse para alejarse de la situación, encuentra numerosos obstáculos –incluso dentro de su misma familia– y cuando vuelve con su marido, el que ejerce maltrato sobre ella, lo hace porque en la mayoría de los casos los ciclos de violencia se suelen repetir. En su momento fue una película crucial: “Te doy mis ojos señaló que [la violencia intrafamiliar] era un problema que existía y que apelaba a la salud pública”, dijo su directora.
La teta asustada
Dir. Claudia Llosa (2009)
En sociedades atravesadas por el conflicto armado, las agresiones sexuales trascienden el ámbito personal y se convierten en un arma que domina a través del miedo. Fausta, la protagonista de esta película, vive con ese miedo debido a las canciones y las historias que, desde que era una niña, escuchaba de su mamá. Con La teta asustada la directora peruana Claudia Llosa puso el dedo en una profunda llaga de la historia de su país: el manejo de la memoria en las sobrevivientes del conflicto entre el Estado peruano y Sendero Luminoso, y su impacto en las costumbres indígenas. Lo más significativo es el recorrido que hace Fausta, que se transforma y se hace consciente de la sociedad que la rodea, toma sus propias decisiones y deja atrás los miedos generacionales.
Las elegidas
Dir. David Pablos (2015)
“Estamos de alguna manera anestesiados”, dijo el director mexicano David Pablos cuando Forbes le preguntó sobre Las elegidas, una película que se basó en una novela de Jorge Volpi. La historia de una pareja de adolescentes que viven en Tijuana da un giro violento cuando Sofía queda atrapada en la red de trata de blancas que maneja la familia de Ulises, su novio. La experiencia de Ulises –que enfrenta varios límites éticos para sacar a su novia de la red– y la de Sofía –que nunca se resigna a la situación– permite mirar de frente un problema indignante que en América del Sur dejó casi 1.800 casos en 2018: “Fue un honor darles voz”, dijo Leidi Gutiérrez, una de las actrices. “Porque sabemos que muchas de estas mujeres no alzan la voz”.
La mujer del animal
Dir. Víctor Gaviria (2016)
La historia de esta película, según le dijo Víctor Gaviria a EL TIEMPO, “hace parte de cientos de historias aterradoras que nadie tiene en cuenta porque son como esa equivocación del ser humano, del ser colombiano”. Con ese estilo realista que lo caracteriza, Gaviria logró contar una historia que sucedió en la década de los setenta: la de Amparo, una mujer que escapa de la violencia opresora de un internado de monjas para llegar a la de un barrio marginal, donde un hombre agresivo y psicópata, al que todos los vecinos le tienen miedo, la obliga a convertirse en su pareja. La película enfoca la resistencia de Amparo en un momento histórico en que la violencia de género era socialmente tolerada y denuncia a la sociedad que crea y justifica a los maltratadores.
Trilogía Millenium
Dirs. Niels Arden Oplev y Daniel Alfredson (2009)
El personaje de Lisbeth Salander es complejo: tiene una inteligencia descomunal, ha vivido varios tipos de violencia –sexual y económica, por ejemplo– y no duda cuando debe buscar venganza y justicia. La trilogía Millenium es la adaptación al cine de tres bestsellers escritos por el escritor sueco Stieg Larsson. A través de las tres películas –Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire– se va desentrañando una historia de crimen y de misterio llena de detalles que muestran cómo la violencia de género es un instrumento de poder. Por algo, la venganza de Salander en la primera película, es tatuar a su agresor con una frase que devela su horrenda personalidad: "Soy un cerdo sádico, un pervertido y un violador".
Not Without my Daughter
Dir. Brian Gilbert (1991)
La desigualdad de género no se debe normalizar por las diferencias culturales. Not Without my Daughter está basada en el testimonio real de Betty Mahmoody, su personaje principal. Su historia es la de una mujer estadounidense que, durante un supuesto viaje de vacaciones para conocer la familia de su esposo iraní, pierde todos sus derechos sobre ella misma y sobre su hija, para convertirse, a los ojos de la cultura occidental, en una especie de rehén de su marido. Aunque se critica que la película muestra de una manera un tanto plana la complejidad de una cultura como la iraní –en donde desde hace unos veinte años empezaron a existir fuertes movimientos que trabajan por reducir la marginalización de la mujer– la historia muestra la valentía y la perseverancia de una madre.
El color púrpura
Dir. Steven Spielberg (1985)
“Te hablo como una mujer dirigiéndome a un hombre: creo que tú deberías leer esto”. Eso fue lo que le dijo la productora Kathleen Kennedy a Steven Spielberg cuando le regaló la novela de Alice Walker que mostraba las raíces históricas de varios tipos de violencia de género en un pueblo rural de Georgia a principios del siglo XX. Fue el primer drama que ese director dirigió en su carrera y el resultado es una historia conmovedora: a través del personaje principal, Celie, no solo se hacen denuncias de prácticas que eran cotidianas hace cien años y que, aún hoy, continúan sucediendo; también se demuestra que la resiliencia y la capacidad de construir fuertes tejidos de apoyo entre mujeres es la clave para salir romper con la violencia.
REVISTA DONJUAN
EDICIÓN 156 - FEBRERO 2020
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