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Así son las experiencias sexuales con mujeres mayores

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Foto:

Era mi primer semestre en Ibagué. Yo tenía 17 años, recién salía de la casa y todo eso, listo para descubrir el mundo y otras cosas así.
Ella fue la profesora que me dio la primera clase ese semestre. Me daba Antropología Cultural todos los lunes. Era una chica de 37 años –no una chica como tal con esa edad, una mujer, e imagino que más ahora– bajita, frentona, de unas tetas chéveres. Recuerdo que era también extremadamente inteligente, con un sentido del humor bastante negro y aún así nos reíamos de bobadas; le encantaba ver Los Simpson, pero también le encantaba ver La Rosa de Guadalupe. Yo veo esa novela desde entonces por ella.
Yo realmente le estaba cayendo a otra pelada en ese tiempo. Se suponía que me gustaba esta otra vieja, pero ella en algún momento me dijo casualmente de mi profesora “hey, ¿y qué te parece ella? Está como bonita”. Yo realmente no me había dado cuenta, no la había visto así, pero ese comentario me hizo verla de otra manera.
Ya me llevaba bien con mi profesora, y entonces empezamos a hablar mucho por Facebook –en esa época empezábamos todos a usar Facebook–. Yo le mandaba textos y hablábamos bastante, y de repente las vainas se calentaron un poco en la semana santa de 2009. Siempre hubo tensión sexual entre los dos, y yo le dije que quería verla, pero diferente a ver clases con ella; quería verla, y empecé a salir de vez en cuando con ella.
No entiendo en qué momento se puso como porno la cosa. Nunca lo creí posible. El caso fue que sabíamos lo que pasaba y nos sentamos a hablar de eso. Ella me dijo que sí, que los dos teníamos ganas, pero ella era una profesora y yo era un estudiante. También me dijo “cada vez que te invite a tomar una cerveza o a tomar un café, es porque quiero comerte”. Y así pasaron varias cervezas y varios cafés, hasta que un día ella me invitó a la casa. Llegué allá, ella me sirvió el café y me respiró profundo en la nuca y se fue a la cocina. Cuando volvió yo puse mi café en el piso, la olí profundo en el cuello y empezamos a tirar ahí mismo en la sala. Yo en el piso, ella encima de mí. Luego pasamos a la cama, ¡y estuvo re bien! Esa fue la primera vez que follaba así con alguien, en serio.
A partir de ahí seguimos acostándonos muchas veces. Alcanzamos a tener una relación de nueve meses, durante la cual me echaron de la casa en la que vivía en Ibagué por andar en casa de ella. Llegaba a la una o dos de la mañana, mamado de tanto follar. A ella le encantaba. Era increíble, follábamos mucho, todo el tiempo. Aprendí bastante con ella, y también cumplí uno de mis sueños dorados: yo estaba viéndome un partido del Milán, y ella estaba arrodillada haciéndome una mamada muy profesionalmente. Eso era… espectacular.
Un día ella fue a Cúcuta, mientras yo estaba allá visitando a mi familia. Era como una idiotez, porque yo no podía pasar la noche con la mujer con la que me estaba acostando. Y mi mamá sabía, mi papá sabía, y a ninguno le gustaba. Un día mi mamá me dijo:
“¿Usted qué hace con esa vieja? ¡Ella es una roba vidas!”
Después de eso fui para el hotel y me la comí, y luego le dije tontamente “ve, mi mamá dice que eres una roba vidas”. Lo dije así. ¡Y ella se puso muy mal! Pero muy, muy mal. Follamos una última vez y esa misma noche se fue de la ciudad. Tiempo después ella intentó retomar la relación, pero yo la verdad ya no quería. Y eso fue todo.
¿Ventajas y desventajas de follar con una catana? Una ventaja es que las catanas tienen plata. Vos no tenés que pagar nada, realmente. Puedes decir cosas como “no tengo” o “igual vamos a follar, ¿para qué vamos a salir?”, aunque ellas quieren salir.
Una desventaja es que ellas intentan verse más jóvenes, pero uno también tiene que lucir un poquito más viejo. A veces también tienen unas exigencias físicas un poquito extrañas en la cama, pero eso sí: son muy profesionales para el sexo. Y como ya son veteranas no quieren quedar embarazadas entonces se toman la pastilla juiciosa, ponen condón o te piden que te vengas afuera. Eso también es tremenda ventaja.
Pero la mayor desventaja finalmente es que te das cuenta que el tiempo está pasando. Vos crecés y no importa mucho, pero estas mujeres envejecen. Eso no se detiene. Uno puede pensar por un momento que uno puede quedarse ahí, en esa relación, pero con solo cinco minutos de pensarlo te das cuenta que no, que eso no tiene futuro. 
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