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Historias

"No me dejo mariquiar de nadie": Iván Mejía

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Todo pasa por el tono. sabe exactamente cómo y cuándo modularlo: arriba, abajo, plano, casual, potente, rabioso, huracán. Y de la misma manera lo hace en la radio, en la televisión, en la prensa. Conoce a fondo el lenguaje de los medios; no en vano lleva 35 años de lleno en el tema, siempre en la cresta de la ola.
En la radio, que es en la que más horas ha marcado, todo lo controla con asombrosa facilidad, al punto que el oyente siente hacer parte de una conversación de café: como la narración de un paseo al oído. En la televisión, según la intensidad de sus argumentos, afina la mirada e incluso, para intimidar, frunce el ceño y pone cara de matón, porque para nadie es un secreto que le encanta pasar por bravucón.
En la prensa, directo y letal como es, se relame con la justa dosis de veneno que semanalmente lanza a los protagonistas del balón colombiano: viene suave, la para y, como los cracks, la pone allá, arriba y al ángulo. ¡Sáquela, mijo!
En todos los casos, con ese manejo envidiable del tono, pasa de la cicuta al ácido, y de allí a lo cáustico, y de allí a lo mordaz, y de allí a la burla... y vuelve y juega. Todo en reversa (y no como el "Bolillo" Gómez que asegura poder echar "reversa de para atrás").
Pero, no se equivoque, amigo lector, Iván Mejía Álvarez -el elocuente "gordo" que anda por sus 60 años, a un hervor de los 61- está lejos de ser Olafo "el Amargado". La fama que tiene, la de ser "el coco" con micrófono o sin él, la de pendenciero asqueado, la de farfullas baladrón, es en realidad un gran montaje con tono de melodrama. Una extraordinaria actuación que comenzó cuando él mismo entendió que ese era un camino posible. Y rentable.
-Es imposible negar que es un tipo temperamental, directo, recio, frentero, pero en la casa es muy distinto; acá no tiene a quién cerrarle el micrófono -dice su esposa María Isabel Casas.
César Agusto Londoño, viejo colega de la prensa deportiva, lo deja claro: "Siempre es cascarrabias y criticón, pero es más lo que ladra que lo que muerde. En realidad es buen amigo, noble y, lo mejor, un gran mamador de gallo".
Tengo que preguntarle directamente:
-¿Es muy neura?
-No -dice "el Gordo"-. Lo que pasa es que soy un tipo correcto, derecho y no me dejo "mariquiar" de nadie.
-Pero ¿qué tan mal o buen tipo es usted?
-Soy un buen tipo. Una cosa es mi profesión, mi actitud profesional frente a los temas del deporte, y otra muy distinta mi actitud frente a la vida. Pero no ando haciéndole mal a la gente, soy amigo de mis amigos y soy leal. Incluso, me gustaría ser amigo de un tipo como yo.
-¿Y mandón?
-Perfeccionista. En mi trabajo, dada mi experiencia y los años que tengo, opino que las cosas se deben hacer así. Conozco el camino para llegar al éxito y conozco el camino para lograr sintonía. Y cuando las cosas no se hacen bien, y veo chambonadas, y que la gente improvisa, y que no es profesional, pues me molesta; y ahí es donde la gente dice que soy un tipo de mal genio.
-¿Quién lo manda y quién lo regaña a usted?
-Son tres. La primera, mi mamá. Todavía me regaña y me pega coscorrones. La segunda, mi esposa. Alguna vez me preguntaron que quién mandaba en la casa y yo dije: si se trata de las órdenes, mi mujer; si se trata del control de la televisión, sólo yo. Y la tercera, mi hija. Esa sí es brava.
Lejos del cliché del comentarista deportivo rabioso, habita un tipo simpático, buena onda, que la pasa bien, que goza la vida, que come bien, que toma bien y que, desde hace años, se desvive por el golf. "Voy pegando el segundo tiro en el hoyo 17", le dice a todo el mundo. Y eso, en el vicioso mundillo del golf, significa que pronto se va a acabar el juego. Debe ser por eso por lo que de unos años para acá anda perfectamente entregado a los palos.
Se gana la vida con el tema del fútbol, pero su deporte -el que practica- es el golf, que constituye su pasatiempo y su desfogue. Es el momento en el que cambia el chip y se dedica, con una concentración que asusta, a pensar en la bandera, en el pot, en el green... Y se disfraza de eso.
Además, como si ya estuviera pensionado (de hecho está a nada del retiro en un condominio en Cartagena), es el lugar donde se encuentra con sus compinches, con los que él "mama gallo" en serio y con quienes se deja "mamar gallo" más que en serio.
De hecho, su combo de golf -que se autodenomina Fedepola y que está integrado por los alias Clavijita, Gallina Vieja, Lucifer, el Agrandao, Levadura, la Gata Mona, Monseñor y Akenatón, entre otros- le tienen un buen cuento: "una tarde "el gordo" llegó con unos pantalones medio anaranjados, medio rosados, medio escandalosos. Lo dejamos jugar sin joderle la vida hasta que, al final, ya en el remate, cuando nos disponíamos a tomar la cervecita oficial, llegó otro jugador del combo gritando:
-¡Hijueputa!, yo creo que la maté... La bola se me fue de frente a ella y creo que la maté... La vieja estaba al otro lado, estaba despistada, le di de lleno en la cara y cayó al suelo.
-¿A quién? -le dijimos.
-A una señora gorda, gorda, gorda de pantalones rosaditos...
-Y ahí "el Gordo" Iván soltó la risa y supo que jamás podría volver a traer esos pantalones tan maricones.
(¡Atención!: el valiente relator pide que le protejan su verdadera identidad).
Por eso -tal vez- se apasiona tanto por el juego, porque la pasa de maravilla. Iván Mejía es de esas personas que dicen que quien nunca jugó al golf no tiene ni la menor idea del "encoñe tan bravo que es".
Y tal vez por eso echa chistes del siguiente calibre:
-Una señora prefería que el marido tuviera moza porque al final de cuentas competía contra solo dos huecos y no contra 18.
Y tal vez por eso juega sin falta desde hace diez años, todos los viernes por las tardes y todos los domingos a partir de las 5 45 a. m. en Cota; y eventualmente en Girardot, donde tiene una casa en medio de los 18 hoyos. Incluso cuando se queda por allá, pegándoles a las peloticas, mejorando el swing, hace sus programas de radio desde un café Internet en la población de Ricaurte. Con aire acondicionado, claro.
-Eso sí, cuando le da por sentar cátedra, es "inmamable", pero ahí le mamamos gallo y los humos de comentarista se le bajan rapidito -revela alias "Akenatón".
-Sus amigos del golf dicen que usted es mucho mejor cocinero que golfista.
-Tienen toda la razón -dice "el Gordo".
-¿Cuál es su plato favorito?
-Las chuletas de cordero. Me encanta el mero bien hecho, el ri-sotto, la paella. De hecho, mi última cena sería risotto de funghi y unas costillitas de cordero con vino tinto Rioja o un Ribera del Duero, prefiriendo el Rioja.
-¿Qué vino detesta?
-El cabernet sauvignon. Es muy ácido y lleno de taninos.
-¿Es cierto que se inventó una receta?
-Se llama "Arroz Magdalena". Se hace un caldo de "cucha", que es un pescado de río, negro y feo, que se pega a las rocas, con el cual se hace un fondo. Aparte se limpian los nicuros, las doncellas, el bagre y el capaz. Se hace un arroz meloso con los pedazos de los cuatro pescados y se le agregan algunos vegetales, igual que la base de cualquier paella. Un poco de vino blanco, se pone el fondo, se cocina el arroz a fuego lento -preferiblemente el español que se llama Bomba- y ya está. Queda aguadito para comer con cuchara. Es un arroz del río Magdalena, caldoso que, creo, me inventé.
-Usted se operó en 2005 para bajar de peso. ¿Sigue siendo un glotón?
-Ese año yo pesaba 128 kilos y mi médico, Santiago López, me dijo "está haciendo todo para ganarse un infarto". Así que me figuró el bypass gástrico y en efecto, le bajé mucho a la comida. Pero, la verdad, sigo comiendo bien..., ya no como como antes, pero bien.
-Casi todas las tardes las pasa en buenos restaurantes, La Tasca de Sevilla, por ejemplo. ¿Se considera un gourmand sin remedio?
-Más o menos. Me encanta comer sabroso y despacio, con unas tres copas de vino. El que puede y no la hace es un güevón...   
(¡Atención!: hoy pesa 98 kilos, in crescendo...)
Su padre se llamaba Óscar Mejía Vélez y fue un pereriano buena vida que, a los veinte años, casó con la Luz Álvarez, una damisela oriunda de Pácora (Caldas), hija de un arriero de los de verdad, verdad. Iván es el hermano mayor de seis hermanos.
Sus viejos se trasladaron a una casa finca en las afueras de Cali donde nació el 16 de septiembre de 1950 y donde vivió hasta los ocho años en medio de la cría y el cebo de los animales. Una infancia con "olor a leche y carne buena", subraya.
En 1959, con el trasteo de toda su familia, llegó a Bogotá y se matriculó en el colegio La Salle donde, ¡oh, sorpresa!, vio por primera un campo de fútbol con todas las de la ley. Fue amor a primera vista y la pelota, desde entonces (y para siempre), sería su fiel compañera y su fuente de vida. Fue portero y fue defensa, "más bien regular", dicen los que lo vieron.
Ese año, 1959, fue por primera vez al estadio El Campín para ver un Millos vs. el Real Madrid de DiStéfano. Entonces se hizo hincha azul muy a pesar de que su papá era partidario del colorado de la capital. Pero todo empezó a los 18 años cuando, en 1968, en un viaje a Manizales, le presentaron a Javier Giraldo Neira y lo sorprendió con sensatos análisis del fútbol colombiano, y de paso consiguió un espacio para hacer comentarios de fútbol en el diario La Patria.
Pronto, gracias a su tono -siempre tan pasado de tono, siempre tan beligerante-, pasó a El País de Cali y de allí a La República de Bogotá y de allí a la radio en Medellín por cuenta de que Wbéimar Muñoz lo llevó al Atanasio Girardot. Entró a la Universidad de Antioquia donde se hizo de izquierda, fumó bastantes porros y tiró piedra.
-Hoy soy apenas un zurdo recontraburgués, antes estaba convencido.
Desde entonces, con excepción de un viaje que hizo a Barcelona en 1972 en busca de mundo y de algunas pesetas -incluso trabajó recogiendo uva en la vendimia catalana, hasta que la cintura no dio más-, ha estado ligado al periodismo deportivo.
En radio ha trabajado para la Cadena Súper, RCN, Colmundo, Todelar y actualmente en Caracol Radio. Su voz es un referente. Y su tono, aún más.
En la televisión pasó por el noticiero criptón, a lo largo de la década de 1980; y en el Telenoticiero del Mediodía y Las noticias de la noche -lo que más adelante se llamaría NCA-, en la década de 1990. Tuvo su propio programa, Simplemente Fútbol, e hizo parte de Los Tenores del Fútbol, en el canal internacional Fox Sports. Hoy es columnista del diario El Espectador, y en Caracol Radio hace parte de El Pulso del Fútbol con Hernán Peláez, probablemente el programa más sabroso y seguido del fútbol en Colombia.
Respira y come fútbol. Es el terror de los futbolistas, al punto que varios profesionales prefirieron no opinar en el tema Mejía, porque para qué "torearlo". Incluso, personajes como Jairo Clopatofski, director de Coldeportes -y que ha recibido mil críticas de grueso calibre de parte del "Gordo"-, nunca quiso pasar al teléfono para hablar del tema.
-¿Cuántos partidos ve al día?
-Uno o dos. Pero siempre tengo un archivo de cinco o diez partidos que no alcanzo a ver en la semana. Mantengo un archivo de los quince mejores partidos del campeonato mundial, y los vuelvo a ver, me encanta porque paro, miro dónde quedó el equipo, analizo las transiciones, en fin.
-¿Hace lo mismo con nuestro fútbol?
-Grabo los partidos de la selección y los guardo porque eso me permite pulir la primera impresión.
-Entre los mejores periodistas deportivos del país, ¿en qué puesto se ubica?
-Soy el mejor periodista deportivo que tiene Colombia, el más completo. Soy de los pocos que viven para su profesión: estudio fútbol, veo fútbol, analizo fútbol, como fútbol. Conozco la historia, entiendo el juego, manejo la táctica, sé todos los conceptos. Hay gente que es muy completa en algunos rubros pero incompleta en otra, pero yo soy el más completo: escribo, hago televisión y domino la radio.
-¿Cuál de las tres hace mejor?
-A mí la que más me gusta es escribir. Escribir artículos de fondo, me gusta mucho escribir, lo que pasa es que se trata de la peor pagada y la que más quita tiempo. La que menos me gusta es la televisión. Me saca la piedra estar toda la tarde en un estudio para presentar dos minutos.
-¿La radio lo priva?
-Sí, me gustan los programas de radio, con libreto y todo. Me gusta hacer por ejemplo El pulso. Y me encanta hacerlo con Hernán Peláez, me da pie para reírnos mucho. ¡Es un grande... siempre me la deja ahí picando...!
-Defina los siguientes personajes: Eduardo Lara...
-Un hombre que tuvo su cuarto de hora en la selección al que hoy veo poco dispuesto al sacrificio y a la renovación. Yo ya le perdí totalmente la confianza, no le creo como técnico y muchas de las cosas de las que habla en el mundo del fútbol me dan serias dudas.
-Hernán Darío "el Bolillo" Gómez.
-Un hombre que logra un buen acercamiento con sus jugadores. Que tiene un buen manejo de grupo. No estoy muy seguro de que haya entendido que el fútbol no es solamente la faceta defensiva. Y mucho me temo que está trabajando demasiado en la parte táctica, en la defensiva, y se le ha olvidado que para llegar a Brasil, y para llegar a un Mundial, se necesita ganar, se necesita atacar y alguna vez nos va a tocar.
-El Francisco Maturana de hoy.
-Un hombre que hace frases bonitas e inteligentes. Un tipo con cultura, con roce dentro del fútbol, que tiene un papel importante en la Federación, y ahora la FIFA, que ha evolucionado en la forma en que ve el fútbol pero a veces pierde el foco, y tiene muchas ansias de volver a dirigir, porque supo torear y el que toreó nunca quiere irse del toro.
-Giovanni Moreno.
-No me aguanto a Giovanni Moreno, es una mentira, una invención de los periodistas paisas y argentinos que necesitan venderlo, porque ahí lleva plata todo el mundo. Es una mina, pero para los empresarios.
-¿Cuál es la alineación que debería tener Colombia si saltara mañana al primer partido de eliminatoria?
-Ospina, Zúñiga, Perea, Yepes, Armero, Guarín, Aguilar, Ramos, Dairo Moreno de enganche -en el puesto de Giovanni Moreno- Falcao y Teófilo.
-Usted es de los pocos periodistas deportivos que dan varilla política. Por ejemplo, le sigue dando palo a Uribe...
-Ay, sí, ¡qué viejo tan cansón! ¿Qué hacemos para que no dé más lora, para que apague el twitter y nos deje en paz?
-¿Cuál fue el legado de Uribe?
-Las bacrim.
-¿Por qué no le ha dado palo a Juan Manuel Santos?
-Ya estamos próximos. Pero, la verdad, creo que el país recibió con alegría el cambio de estilo. Recuerdo una frase de Antonio Caballero: "Se fue el capataz, llegó el patrón".
-Volvamos a la pelota. ¿Cuáles son los cinco jugadores más grandes en la historia del fútbol mundial? En orden, por favor.
-Pelé, Maradona, Messi, Cruyff y Zidane.
-Haga la misma lista, pero colombiana...
-Willington Ortiz, Carlos "el Pibe" Valderrama, Faustino Asprilla, Freddy Rincón, Delio "Maravilla" Gamboa.
-¿Quién le hubiera gustado ser y en qué escenario?
-Un Jack Nicklaus o un Tiger Woods y entrar al hoyo 18 de Augusta con la cachucha en la mano saludando. Ese sería mi gran orgasmo.
-¿Y en el fútbol?
-Yo creo que estoy viendo al tipo que va a cambiar la historia que se llama Lionel Messi. Va a marcar historia. Ese es un fenómeno gane o no un Mundial.
-¿Qué tan buena vida es usted?
-Trato de ganar bien y gano bien, de trabajar cómodo y trabajo cómodo. Mañana me puede dar una embolia, así que, para qué atesorar. Sólo espero que el de arriba me dé todavía unos cuantos hoyos de más para disfrutar... Tampoco ha estado tan mal...
Por: Mauricio Silva Guzmán
Fotografía: Sebastián Jaramillo
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