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Historias

La historia del farsante y supuesto hijo de Pablo Escobar

Revista Don Juan
Con sus manos regordetas, José Rodríguez sacude la pila de pablo Escobar Gaviria en el Cementerio Jardines Montesacro en el sur de Medellín. Vestido de pantalones blancos y camiseta roja, el rapero forrado en joyas admira la tumba del capo. Después toma la cámara, enfoca la vista de Medellín y dice en inglés "aquí es, hijueputas, el lugar donde mi papá tenía su imperio y sus colecciones de carros". Rodríguez se presenta como el hijo de Pablo Escobar en el barrio que lleva el nombre del narcotraficante, donde hace que los habitantes muestren sus armas y hablen de su ídolo. 
Después aparece Roberto Escobar Gaviria, alias "El osito" y hermano de Pablo, y dice "estoy muy agradecido con el sobrino Pablo por haberme traído saludes de todos los raperos americanos que nos van a colaborar con este proyecto". Rodríguez toma la palabra y dice en inglés: "Esta es la familia Escobar; tomen nota, hijueputas". Con ese acto en febrero de 2009, el rapero de New Jersey logró hacerse llamar Pablo Escobar Junior y escribir en su página de YouTube: 
"Después de que los resultados [de ADN] volvieron positivos, Roberto Escobar Gaviria le confirma al mundo que él [Rodríguez] sí es el verdadero hijo [de Pablo Escobar]".
Sin embargo, el propio Roberto Escobar me confirmó, el pasado 18 de noviembre, que él nunca conoció esas pruebas y que, "para comprobar si es hijo de Pablo, Rodríguez tiene que mostrar el ADN". "Yo le voy a decir a ese señor que retire ese video -me dijo Roberto-, porque él me tomó por sorpresa y se aprovechó de mis sentimientos de hermano". Existe una carta donde Roberto lo reconoce como su sobrino y explica cuándo y cómo Escobar conoció a la mamá de Rodríguez en Costa Rica en los años setenta. Pero fue el mismo Rodríguez, el supuesto hijo de Pablo, el que la escribió. Y, de todas formas, Roberto, que hoy en día escasamente puede ver, toma esa reunión como un desliz de su sensibilidad como hermano.
José Rodríguez Chamberlain, un costarricense voluminoso y de no más de 1,75 m, que habla un español fluido pero con errores, lleva al menos un año haciéndose pasar por el primogénito de Pablo Escobar. En julio de este año, Asis, una revista neoyorquina de raperos, publicó una entrevista de ocho páginas en la que Rodríguez contaba el difícil papel de ser hijo de "la séptima persona más rica del mundo según Forbes", la portada tenía una foto de Pablo Escobar y en la contraportada a una modelo en bikini. Ahí, Rodríguez apunta que "vivía en una casa con hipopótamos y estatuas de dinosaurios"; que Escobar pataneaba con él; que quisiera que estuviera vivo; que parte de su dinero lo "ha tomado el gobierno estadounidense"; que ha sufrido rechazo por su apellido; que Escobar estaría orgulloso de él; y que su labor en Estados Unidos es legitimizar el nombre de la familia. 
Y esa imagen "legítima", la de un calvo redondo con barba al que le cuelga un collar gigante que dice Escobar, es la que los estadounidenses han estado viendo por todas partes. Este año, Rodríguez salió en el Show de Cristina, fue entrevistado en la revista Elenco y habló en La W, donde Sebastián Marroquín (Juan Pablo Escobar, hijo) dijo que "ni siquiera es necesario hacerle una prueba de ADN a este payaso, que me amenazó porque no quise hacer de mi papá un negocio". 
Pero si bien se ha cuestionado su identidad, el primer testimonio de Roberto Escobar fue tajante para los raperos neoyorquinos, y por eso Rodríguez ha estado gozando -en la élite rapera de fiestas, limosinas, modelos y joyas- de "ser" el hijo de Pablo Escobar. Porque eso tiene mucho atractivo en el país en que se consume 90% de la cocaína colombiana, especialmente en Nueva York. Incluso, fue la revista Asis la que pagó por el viaje a Medellín y un reportero suyo el que lo grabó con Roberto en Medellín.
La estética mafiosa tiene mucho que ver con la rapera. 
Figuras como El Padrino y Tony Montana, el cubano mafioso de Scarface, son símbolos ejemplares del rap contemporáneo; son, exactamente, las imágenes que ilustran sus camisetas. Los sobrinos de John Gotti, el elegante mafioso de la familia Gambino conocido porque sus casos siempre eran exonerados, son raperos. También lo es el hijo de Frank Lucas, el mafioso negro que inspiró la película American Gangster. Y lo mismo es Michael Corleone, el hijo de la narcotraficante colombiana que, radicada en Miami, se hizo conocer como "La Madrina de la Coca": Griselda Blanco. 
En el papel del hijo de Pablo Escobar, Rodríguez se volvió parte de esta élite de delfines, donde, según él, hay cierta rivalidad sobre el poderío que alcanzaron sus progenitores. Esa fue la razón por la que el hijo de Griselda lo amenazó, dice, aunque Michael Corleone sostiene que fue porque Rodríguez se apoderó del crédito de una canción suya. A pesar de que no ha grabado su primer disco, Rodríguez dice que "todos somos raperos porque tenemos historias que contar". 
José Rodríguez es en realidad un desempleado de New Jersey, según Edwin Vargas, un detective del NYPD que lo arrestó en marzo porque estaba extorsionando a su ex mánager, y le habían dictado una orden de restricción. Según me contó Rodríguez en julio pasado -cuando me llevó, en un Chevrolet Impala deteriorado, a un restaurante colombiano en New Jersey-, él nació en Medellín y se fue cuando tenía nueve meses a Costa Rica. Pero su ex mánager, un relacionista público que lo conoció de cerca, asegura que nació en Costa Rica y que la primera vez que estuvo en Colombia fue este año, invitado por Asis. 
Cuando le pregunto por Escobar Gaviria, su supuesto hijo evade las preguntas con, por ejemplo, "él quería ganarme con regalos... Mi papá llenaba una piscina con perico... la situación de ser su hijo me hizo anormal; por eso nunca fui al colegio". Aunque cada vez que menciona a Escobar el rapero se contradice o cruza las historias, a mí me dijo que lo vio a los nueve y a los once años. Y que no se acuerda de los detalles.
Tampoco se acuerda, dice, cuándo y por qué decidió salir a la luz como el hijo de Pablo Escobar. Según él, su madre salió de Medellín asustada por las andanzas del capo. 
En Costa Rica se cambió el nombre y también el suyo, y así justifica Rodríguez que la copia del pasaje de febrero a Medellín, por ejemplo, esté a su nombre. Pero ya sabiendo que todo esto es producto de su imaginación, la pregunta que queda suelta es cuándo y cómo decidió Rodríguez inventarse que era el hijo de Pablo Escobar. Naturalmente, cada vez que lo cuestioné, el rapero desvió, con talento, la conversación.
Según su ex mánager y unos videos que se encuentran en YouTube, algunas de las historias que me contó Rodríguez son ciertas. Por ejemplo, que en 2000 se fue de New Jersey a California porque su mamá, que hoy vive con él y trabaja de niñera, estaba deprimida. En Los Ángeles, Rodríguez estuvo entre la indigencia, cuando vivía en Venice Beach, y la fama cuando andaba con vendedores de cocaína que lo admiraban por ser el hijo del colombiano más famoso de Estados Unidos. 
Alguna vez lo cogieron con cocaína, y lo sentenciaron a diez años de cárcel, porque se le acumularon varios cargos pendientes, entre ellos pelearse con un policía en sus tiempos de grabadora al hombro y camiseta que decía "Fuck the Police". Dos años después salió libre porque el policía que agredió no presentó los cargos, y volvió a New Jersey, donde se convirtió en cristiano radical y rapeaba rezos en congregaciones religiosas. Gracias a su fe, me dijo -mientras se comía una bandeja paisa de 7 dólares que yo invité-, una sobrina suya infectada de sida se curó inesperadamente. Sobre la mesera que nos atendió en el restaurante, una caleña de no más de 22 años que tenía el pelo recogido atrás, Rodríguez dijo, mientras se tomaba su segunda Colombiana en cinco minutos, que "está buena; la cara está embolatada; pero uno le pone la bandera del país y lo hace por la patria". 
Cuando le mandé un mensaje de texto preguntándole qué tenía que "coger" para llegar al restaurante, Rodríguez me contestó que "lo único que tiene que coger es una puta". José Rodríguez tiene un piercing en el mentón y tatuajes desteñidos en los brazos; coge el tenedor por encima y lleva la cara al plato. Siempre ha sido gordo, dice, y su ex mánager contó que, más que un problema, él ve su obesidad como una razón por la que la gente lo respeta. Aunque su trago favorito es la piña colada, solo sale de fiesta cuando le pagan o lo invitan. La ropa, siempre de colores vivos, la compra en sitios modestos. Y la calavera que llevaba de collar ese día no era de un diseñador famoso, y apenas le había costado mil dólares. La barba, por su parte, se la dejó en honor de Pablo Escobar Gaviria, su supuesto padre.
Rodríguez -que se cambia de edad regularmente pero tiene alrededor de 35- se casó hace cinco años con una colombiana que es asistente de dentistería en New Jersey. "Ella sabe lo que es ver a la guerrilla asaltar la casa de uno", me dijo. Se conocieron en Home Depot, una importante cadena de utensilios para construcción donde Rodríguez era auxiliar y de donde lo despidieron porque amenazó de muerte a su jefe. Juntos tienen una hija que no se apellida Escobar, puesto que, según él, no la quiere perjudicar. Para ella, él es "Pablo Escobar el artista, no el narco". Por esa misma razón no viven juntos, pero también se puede especular que es porque no se llevan bien.
Él, según una fuente que no quiso revelar su identidad para no tener que soportar sus amenazas, vive en una casa con su mamá, María Chamberlain, la dueña del carro que maneja y que según él trabaja con niños autistas; con su verdadero padre, Wilfredo Rodríguez, un aficionado a la mecánica de unos sesenta años, y con el menor de sus dos hermanos. 
José Rodríguez pasa sus días grabándose cuando fuma marihuana y regando sus videos por YouTube. Uno de ellos es el tráiler de The Escobar Life, un documental biográfico que supuestamente le van a hacer. En uno de ellos, con ojos sosegados, dice en inglés:
 - Mi nombre es Pablo Escobar y esta es mi vida. 
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