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Historias

Delcy Rodríguez, la canciller de Maduro

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Fue amiga personal de Hugo Chávez y tiene línea directa con Nicolás Maduro. El bajo perfil que mantenía se acabó cuando explotó la crisis del cierre de la frontera con Colombia, en agosto pasado. A partir de ese momento, Rodríguez atacó de frente y de forma cada vez más agresiva a la cancillería colombiana. Por medio de su cuenta de Twitt er, ha tildado a María Ángela Holguín de decir falsedades y actuar como si estuviera “en un reality show”. Esta es su historia.
A juzgar por los emoticones y diminutivos que usa cuando chatea desde su celular, se diría que la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, sigue siendo esa mujer franca y sencilla que creció en El Valle, una zona popular de Caracas; que estudió en centros educativos creados para los hijos del personal obrero y administrativo de la Universidad Central de Venezuela (UCV), y que se licenció en derecho en esa misma universidad.
Cuentan quienes la conocen que el “hola mi amor” o el “dime papito”, por lo general sin comas y junto a caritas felices, pueden adornar su pantalla incluso cuando trata asuntos profesionales. Rodríguez tiene 46 años y desde el 26 de diciembre de 2014 se convirtió en la primera mujer canciller en la historia de Venezuela. Pertenece a las cúpulas altas del gobierno de su país desde hace una década, pero durante el mandato del fallecido Hugo Chávez mantuvo una postura de bajo perfil mediático. Fue con la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia cuando emergió y se convirtió en una de sus voceras más notables, primero como ministra de Comunicaciones y ahora como encargada de llevar las riendas de la política exterior.
Temperamental, frontal y dogmática, según algunos de sus conocidos, esta morena de pelo azabache y baja estatura, que usa lentes de pasta y guarda en su armario una gama de blazers que van del blanco al gris, del rojo al negro y del violeta al mostaza, ha coordinado las conversaciones con Colombia, luego de una crisis bilateral que se generó cuando Maduro ordenó el cierre de la frontera entre los dos países, en agosto de 2015. Como canciller, el inicio de su relación con Colombia comenzó casi literalmente con el pie izquierdo cuando el expresidente Andrés Pastrana decidió viajar hasta Caracas en compañía de otros dos exmandatarios: el chileno Sebastián Piñera y el mexicano Felipe Calderón, para visitar en la cárcel militar de Ramo Verde al entonces detenido y hoy condenado dirigente opositor Leopoldo López. Con apenas un mes exacto en su nuevo cargo, Delcy Rodríguez mostró sus formas en un comunicado oficial que apuntaba directamente a su homóloga colombiana María Ángela Holguín: “El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela rechaza categóricamente la actitud impertinente del expresidente Andrés Pastrana, violatoria de las buenas relaciones de vecindad entre Colombia y Venezuela. Penosamente, la canciller de la hermana República se hace cómplice de estas acciones inamistosas.
La Cancillería venezolana repudia en tal sentido las expresiones de la canciller en relación a un procesado de la justicia nacional, quien abiertamente ha cometido delitos graves contra los Derechos Humanos y llama públicamente al derrocamiento del Gobierno legítimo de Venezuela...”. A partir de ese mensaje, vendrían reuniones, acusaciones, señalamientos, deportaciones de ciudadanos colombianos, cierres fronterizos, peticiones off the record y resoluciones a medias que han construido las bases para un trato entre las partes dominado por el pulso y la tensión.
Casa de familia
Delcy se llama igual que su madre y quienes la conocen dan fe de una relación muy estrecha con Jorge, su hermano mayor, que se llama como su padre. Jorge es médico psiquiatra y una de las figuras civiles más importantes del chavismo en Venezuela. Delcy tenía apenas siete años y su hermano diez cuando a su papá lo torturaron y asesinaron en 1976 bajo la custodia de la policía política del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. A partir de esa tragedia, ambos tejieron un vínculo de lealtad inquebrantable que, hasta hoy, casi cuarenta años después, los mantiene unidos y en puestos claves del Gobierno.
“Toda la vida han sido el uno para el otro, sobre todo ella para él. Siempre estaban juntos, compartían amigos y sus fiestas eran comunes. Nunca hicieron una vida realmente independiente. Ella ha sido una gran operadora en favor de su hermano”, recuerda Boris Muñoz, periodista venezolano y doctor en comunicaciones, quien fue amigo cercano de la familia durante su juventud y afirma que tuvieron “una mamá fantástica”, que “les exigía y los apoyaba” y que, de alguna manera, los crió para que “ocuparan posiciones importantes en la política y honraran la memoria de su padre”.
Jorge Rodríguez padre fue fundador de la Liga Socialista, un movimiento político de ideales marxistas donde llegó a militar el actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. En la sala de aquel viejo apartamento de El Valle, recuerda otro amigo de la adolescencia, se imponía un cuadro con un retrato suyo, al que en medio del luto y la melancolía se le rendía un tributo constante como mártir de la izquierda. Ese culto se alimentaba con una banda sonora que privilegiaba desde el tocadiscos las canciones de protesta del venezolano Alí Primera, la trova de Silvio Rodríguez, los poemas de Miguel Hernández interpretados por Joan Manuel Serrat y las letras más combativas de Rubén Blades.
En ese ambiente creció la abogada y actual canciller venezolana, quien se destacó académicamente tanto en el liceo como en la UCV y después estudió, becada, una especialización en derecho laboral en París, antes de convertirse en profesora universitaria e integrar la Asociación Venezolana de Abogados Laboralistas. “Delcy era la hermanita menor que estudiaba muchísimo, pero carecía de visibles virtudes políticas. Lo de ella era una pulsión meritocrática, que le reconocieran lo buena estudiante que era. Siempre en un tono de humildad que te recordaba que tú podías ser mejor, pero ella era del club de las fajadas, de las que se trasnochaban en bachillerato por sacar la máxima nota. Con ese ímpetu de mujer que quería trofeos por mérito, se ganó la beca de Fundayacucho para irse a vivir afuera”, declara Héctor Bujanda, periodista, editor y asesor comunicacional, que compartió buenos años de su juventud con los Rodríguez. Desde Francia, recuerda otro de sus amigos de entonces, que pide no revelar su identidad, “hablaba todos los días por teléfono con su mamá y con su hermano. Podía gastar hasta mil dólares en facturas por las conversas mensuales”.
Algunos consultados que estudiaron y trabajaron cerca de ella la tienen por metódica, dedicada, inteligente y combativa. Hay también quienes la consideran una persona soberbia e hipócrita, que pierde los estribos con facilidad. Pero todos coinciden en algo: es muy dependiente y una fiel defensora de su hermano mayor. Delcy no tuvo hijos.
Todo por su hermano
La formación izquierdista y la militancia política de los hermanos Rodríguez los llevaron a ser fichas nucleares para el gobierno de Chávez después del golpe de Estado de abril de 2002, un hecho curioso, pues a partir de esa fecha los militares comenzaron a acentuar su presencia en los distintos trenes ministeriales en Venezuela. No son muchos los que como ellos, civiles y universitarios con posgrado, han progresado hasta convertirse en rostros inamovibles de las cúpulas chavistas, a pesar de no formar parte de la camarilla de la Guardia y el Ejército. Ese ascenso comenzó en agosto de 2003, cuando Jorge Rodríguez fue designado rector principal del Consejo Nacional Electoral (CNE) y presidente de la Junta Nacional Electoral, que un año más tarde validaría las firmas que solicitaban un referéndum revocatorio contra Hugo Chávez. Esas mismas planillas donde estaban las firmas opositoras pasarían a convertirse después en una lista castigo para los firmantes, impulsadas por un fallecido diputado, entonces militante del partido de gobierno, llamado Luis Tascón. Debido a ese mecanismo de persecución, miles de ellos en cargos públicos o inscritos en Misiones Sociales del gobierno fueron expulsados, humillados y despedidos.
"Solicitamos también lista de paramilitares desmovilizados. Respuesta de Sra Canciller Holguín? Negar la realidad"
Mientras su hermano Jorge impulsaba su escalada política desde el CNE, un organismo que supone imparcialidad partidista, Delcy fue designada directora de Asuntos Internacionales del Ministerio de Energía y Minas en octubre de 2003, un cargo estratégico para el que desempeña hoy como canciller. Y siguió subiendo en confianza: en enero de 2005 ya era vicecanciller de Relaciones para Europa y en febrero de 2006 fue nombrada ministra del Despacho de la Presidencia, aunque solo duró seis meses. Fue destituida un día después de que su hermano estrellara su lujoso Audi contra otro carro de la misma marca en Altamira, un bastión de la oposición venezolana ubicado en el este de Caracas. Para algunos chavistas de corazón que publicaban opiniones en foros y blogs, era una vergüenza: Jorge Rodríguez, médico psiquiatra, hijo del combatiente fundador de la Liga Socialista, no solo tenía un Audi, sino que lo chocaba de madrugada contra otro Audi y en un lugar estigmatizado por el propio gobierno como uno de los reductos
de la oligarquía.
Ese accidente ocurrió el 1 de agosto de 2006 y no habría sido de conocimiento público, como lo fue, si la entonces ministra del Despacho de Hugo Chávez no hubiera armado un alboroto en los medios de comunicación, preocupada por la salud de su hermano e indignada por lo que ocurrió en la costosa clínica privada adonde lo habían trasladado. Jorge llegó con dos costillas fracturadas y hematomas en el rostro, según los propios boletines oficiales de entonces, pero en el centro médico no le hicieron unas tomografías que necesitaba. Los médicos aludieron a fallas técnicas y falta de insumos, y la abogada Delcy Rodríguez los demandó por discriminación.
Gracias a distintos reportes de prensa se supo que Delcy se enteró de su sustitución al día siguiente, cuando acudió a su despacho. Su puesto de trabajo en la llamada Revolución Bolivariana pasaría a ocuparlo Adán Chávez, otro hermano, en este caso el del entonces presidente Hugo. Versiones extraoficiales contrastadas por este medio con una fuente que trabajó en la Cancillería de Venezuela en ese momento, afirman que su salida no se debió a ese accidente automovilístico, algo fortuito, una mera coincidencia, sino a un encontronazo previo que había tenido Delcy Rodríguez con Hugo Chávez en un viaje a Moscú.
En enero de 2007, recuperado de sus lesiones, Jorge Rodríguez asumió el cargo de vicepresidente de Venezuela y su hermana menor volvió al ruedo como coordinadora general del organismo, donde permaneció varios años, aunque Jorge fue electo en 2008 como alcalde del municipio Libertador, en Caracas, cargo que aún ocupa.
La era de Maduro contra Colombia
Con Nicolás Maduro como presidente, Delcy fue nombrada ministra de Comunicación e Información y se encargó de subirle la intensidad a la batalla contra los medios privados. Desde ese cargo gestionó la estrategia con la cual el gobierno haría frente a las múltiples denuncias por violaciones de derechos humanos durante las protestas que hubo en Venezuela entre febrero y junio de 2014, y que acabaron con la vida de al menos 43 personas, entre civiles, policías y militares.
En una entrevista otorgada en mayo de ese año a Rusia Today, negó que los periodistas fueran objeto de atropellos en el ejercicio de sus funciones, pese a hechos públicos registrados en imágenes, como golpizas y robos de equipos por parte de los cuerpos de seguridad. Por el contrario, colocó en posición de víctimas a los comunicadores de los medios del Estado. Entonces habló de “ética”, de “manipulación” y de “doble moral”. Para referirse al apoyo que algunos diarios colombianos dieron a sus pares venezolanos por la falta de divisas que les impedía importar papel periódico, Rodríguez declaró lo que repetiría en adelante como un guion sin variantes: “Hay sectores privados en Colombia que están involucrados en el golpe de Estado que se ha dado en Venezuela (...) esa solidaridad automática forma parte de un entramado, de una organización internacional para delinquir”. Desde entonces, nunca bajaría el tono.
El comunicador venezolano Héctor Bujanda insiste en recordar que “Nicolás Maduro también fue de la Liga Socialista, para él Delcy es una irreductible que nunca va a rajarse. Tienen un lazo de amistad, casi de familia”. Como canciller de Venezuela, Rodríguez ha avanzado en tres frentes significativos para la geopolítica de su país: una estrategia para encarar el decreto presidencial de Barack Obama que señalaba a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria, y sendos enfrentamientos bilaterales con Guyana y Colombia para cohesionar al chavismo alrededor de un discurso nacionalista y antiimperialista. En una campaña internacional que ha tenido publicaciones pagas en The New York Times, se ha querido responsabilizar al gobierno colombiano de los graves problemas internos de Venezuela, como el notable desabastecimiento y la inflación más alta del planeta, debido, entre otros factores, al contrabando que hay en la frontera que une a ambos países y que permanece cerrada por órdenes de Nicolás Maduro.
De la relación diplomática que ha mantenido Rodríguez con su contraparte, María Ángela Holguín, resaltan una tensa batalla oficial y varios mensajes que ha escrito la venezolana en su cuenta de Twitter, donde tiene más de 280.000 seguidores y trina a diario para hacer anuncios oficiales y también acusaciones y proselitismo político. Luego de que la Organización de los Estados Americanos (OEA) rechazara tratar la crisis fronteriza entre Venezuela y Colombia, la
canciller Holguín anunció que acudiría al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para denunciar los abusos que las fuerzas venezolanas cometieron durante la deportación de más de mil colombianos.
Al respecto, Rodríguez escribió en su Twitter el 3 de septiembre: “Declaraciones d Canciller Holguin es un compendio d imprecisiones erráticas, falsedades y confesiones d Estado apoyando crímenes en frontera”. Y tres minutos más tarde, tras una enumeración: “9.Solicitamos también lista de paramilitares desmovilizados. Respuesta de
Sra Canciller Holguín? Negar la realidad!”. No habían transcurrido cuatro días cuando la ministra venezolana volvió al ataque en su red social por, justamente, la reunión que sostuvo Holguín en Suiza con el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos: “Canciller Holguín pierde su tiempo en Ginebra llevando falsedades sobre la frontera con Venezuela -al mejor estilo de un reality show”.
En un encuentro posterior en Cartagena, en el que estaban ambas cancilleres, Rodríguez aseguró en declaraciones públicas que “hay una maquinaria de guerra en Colombia contra Venezuela” y, según una fuente de la Cancillería colombiana, se atrevió a pedirle en privado a la ministra Holguín que presionara a los medios locales para que limitaran sus críticas a Nicolás Maduro. Entonces no hubo caritas felices. Volvieron a sostener un encuentro de casi cuatro horas en Quito, junto a la mediación de los cancilleres de Ecuador y Uruguay, y la junta se saldó con la promesa de una agenda de discusión y nuevas reuniones que se han dado en el último mes. Es de común acuerdo entre los asesores políticos que resulta fundamental ganar tiempo cuando se enfrenta una crisis.
Sin acuerdos concretos y con las elecciones legislativas venezolanas en diciembre, no se vislumbra desde el lado colombiano una inmediata reapertura fronteriza ni mucho menos un cambio en el tono beligerante que ha sostenido el despacho de Rodríguez, en especial, por una nueva razón de peso: Venezuela acaba de ser reelecta como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Eso, en el mundo de las misiones y delegaciones diplomáticas, se tiene como una victoria importante, sobre todo después de las acusaciones que recibiera por violentar los derechos de ciudadanos colombianos en una operación sin precedentes de deportación masiva. Geopolíticamente hablando, es un punto para Rodríguez, la canciller tuitera del “hola mi amor” y el “dime papito”.
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