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Historias

Duelo de hembras: caleñas

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CALEÑAS
Por: Juan Andrés Valencia Cáceres
Jovita Feijoo, aquel personaje popular del Cali viejo, esa loca que desfilaba por toda la ciudad como si fuera reina de belleza, encarna muy bien, salvo por algunos pequeños detalles, a la mujer caleña. Su gracia, por ejemplo, nada tenía que ver con sus ojos verdes o su piel bronceada, y su desparpajo tampoco tenía mucho que ver con su llamativa fama. Ella, que era capaz de hacer levantar a todos los espectadores de la plaza de toros de Cañaveralejo lanzando un beso al aire, tampoco inspiró la famosa canción de Piper Pimienta llamada Las caleñas son como las flores, a pesar de que siempre se vestía de mil colores. No. Ella representa a la mujer caleña en todo su esplendor, en el sentido estricto de la palabra, por haber llamado siempre la atención. Tal como sucede con las caleñas hoy en día. Y eso que lo logró sin ninguna cirugía plástica.
Todas las caleñas parecen llevar en sus genes la habitual costumbre de adornarse al extremo. Los collares, anillos, aretes y pulseras hacen parte del know how estético de las nacidas en la capital del Valle del Cauca. Datos no oficiales indican que las caleñas van a la peluquería entre tres y cuatro veces al mes, y se broncean al menos una vez cada quince días.
Por eso en Cali resulta un suplicio encontrar turno en cualquier peluquería un jueves, y también resulta una delicia ir a un club un domingo antes del mediodía. En el primer caso las salas siempre estarán llenas de mujeres estilizándose el pelo, arreglándose las uñas y depilándose los vellos o tiñéndoselos con productos como Blondor o Rocío de oro; ese es el día indicado para lucir perfectas para el fin de semana. En el segundo caso los sitios con ríos o piscinas siempre estarán llenos de mujeres hermosas en biquini adquiriendo el tono de piel adecuado; ese es el día indicado para lucir bronceadas para la siguiente semana.
También existen otro tipo de accesorios. Según Fenalco Valle, el mismo organizador del Exposhow, en Cali hay una clínica especializada en cirugía estética por cada 50.000 habitantes. Semejante índice, que justifica las más de 100.000 cirugías que allá se hacen al año (siendo las rinoplastias, las mamoplastias y las lipoesculturas las más practicadas), pone en evidencia una certeza irrefutable. Ellas prefieren ser esculpidas por un bisturí que ser tonificadas por un entrenador personal.
De allí parte la opinión generalizada que tienen las bogotanas de las caleñas: "Son mujeres que tienen narices perfectas y que mueven sus culos al caminar". Claro que lo segundo tiene una razón más antropológica que quirúrgica. Cali es la tercera ciudad de Iberoamérica con más afrodescendientes. Gracias al mestizaje, las caleñas han adquirido rasgos exclusivos de los negros, como su especial predisposición hacia la música y el baile, y ese tumbao que llevan al caminar. Para el escritor Umberto Valverde, "las mujeres de Cali se caracterizan por su ritmo; al ser una ciudad que lleva la música por dentro, ellas, que crecieron con esto, seducen y conquistan a través del baile y el movimiento.
 Si a esto le sumamos el mestizaje y los nuevos valores plásticos, el resultado es el de una mujer cuya belleza se da en estado salvaje". Amparo Arrebato fue otro personaje popular que influenció a las caleñas. Ella, bailarina profesional y profesora, les enseñó a varias generaciones de caleñas a bailar. También gracias a ella, Richie Ray y Bobby Cruz se inspiraron para componer una canción que definió la esencia de la mujer de Cali: "Enreda a los hombres y los sabe controlar". Y los puede llegar a controlar tanto que son ellas las que deciden cuándo es el mejor momento para enamorarse. No se trata de mujeres fáciles ni mucho menos. Para conquistar a una caleña hay que pasar por todo un procedimiento que incluye comportarse como un perfecto caballero, con detalles como abrirles todas las puertas y recogerlas y dejarlas en su casa. Como son machistas, las caleñas siempre van a esperar que el hombre les gaste todo y ahí sí, cuando hayan pasado la larga prueba, estarán listas para empezar la faena, sin que eso signifique que sean amazonas (y a pesar de que dentro de la población femenina de Cali haya cierta inclinación para abrir las corridas de diciembre sobre caballos de paso fino). Las caleñas se ayudan del baile para determinar si un hombre es buen polvo o no.
Cuando lo van a dar, avisan bailando muy pegado y dejándose poner la mano un poco más abajo de su cóccix. Les encantan los besos apasionados como antesala del sexo. Y dado su estereotipo de mujeres ardientes que saben llamar la atención (el conjunto de blusa escotada, jean descaderado y sandalias con plataforma es sencillamente afrodisiaco, como de femme fatale de tierra caliente), uno esperaría encontrar en cada una a la experta sexual que todo lo podrá complacer. Pero la realidad es que aunque no se caracterizan por ser esos grandes catres, siempre están dispuestas a entregarse al asunto. Y una caleña bien guiada en la cama vale más que, digamos, una pereirana con vasta experiencia.
Las mujeres caleñas tienen muy claro su rol dentro de este mundo. Ellas saben muy bien que a él llegaron con un plus de ventaja sobre las demás. Sin embargo, ellas no son prepotentes y tampoco se sienten más que las mujeres de otras regiones, a menos que se sientan provocadas. Dentro de ambientes sin competencia directa, ellas resultan ser entradoras y las mejores conversadoras. Pero si llegan a identificar a otra mujer igual de carismática, se sentirán amenazadas y se convertirán, automáticamente, en mujeres antipáticas. Por otro lado, su machismo exagerado hace de ellas mujeres de familia que solamente abandonarían su hogar para casarse y formar el suyo propio. Machismo que, al fin y al cabo, resulta beneficioso para quienes las conquisten, porque ellas se dedicarán, por el resto de sus días, a atenderlos como es debido.
En definitiva, las caleñas son mujeres lindas, alegres y entradoras que con su sola presencia llaman la atención. Su particular belleza -"que se da en estado salvaje"- viene de Jovita Feijoo, aquel personaje popular del Cali Viejo que sabía manipular a conveniencia el discreto encanto de la coquetería. Y su presente, para bien o para mal, está reforzado por cirugías plásticas que logran que hombres como vos o como yo quieran enamorarse perdidamente para sacarlas de su hogar -por primera y única vez-, y formar, junto a ellas, el nuestro propio para siempre.
Marilyn Patiño
Una fruta: chontaduro.
Un plato de comida: sancocho de gallina.
Un recuerdo de infancia: me encantaban las culebras y me tomaba fotos con un señor que pasaba con una cámara y dos culebras tomando fotos. Costaban $500.
Música: Me encanta la salsa, el country, el jazz, de todo.
Marilyn quiere tomar clases de baile, seguir actuando y acaba de legalizar una fundación en la que ha estado trabajando por varios años, Mariposas amarillas, una huella en el camino, que se propone divertir a todos los niños de Colombia con fiestas.
Ángela García
Una fruta: cereza.
Un plato de comida: Crème brûlée.
Un recuerdo de infancia: cogiendo mamoncillos con mis hermanas en un árbol de mi casa.
Un color: blanco.
Un plan: ir a concierto de punk (me encanta The Clash y Ramones).
Música: Rock y punk.
Qué tipo de rumba prefiere: la de rock y salsa vieja.
Planes profesionales para el futuro: actuar en cine y terminar un proyecto de un performance. Actualmente es la presentadora de Gran Casino en el Canal Caracol.
Valentina Acosta
Una fruta: las grosellas.
Un plato de comida: un buen sancocho.
Una frase recurrente: "¿me entendés?".
Un recuerdo de infancia: los fines de semana en Pance o en Tulúa.
Un plan: caminar en una montaña.
Música: jazz, bossa nova y salsa.
Planes profesionales para el futuro: tengo un proyecto de cine y varios de televisión que se están definiendo. 
MÁS:
Duelo de hembras: costeñas
Duelo de hembras: bogotanas
Duelo de hembras: paisas
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